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José Luis Bernal: “Sin la literatura yo no entendería la vida”

jose luis bernal raexProfesor y poeta, la vida de José Luis Bernal Salgado está unida a la literatura. La intensa y fructífera relación entre su vida académica y literaria ha centrado su mensaje de ingreso en la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Ciencias, el pasado 3 de marzo. Investigador experto en la Generación del 27, obtuvo el VII premio internacional Gerardo Diego de investigación poética, a la que considera un movimiento intelectual brillante porque supo conciliar la tradición y la vanguardia. Poeta, autor de los libros Primavera invertida, El alba de las rosas y, recientemente publicado, Tratado de ignorancia, catedrático de Universidad y decano de la Facultad de Filosofía y Letras, José Luis Bernal enseña la receta para amar la literatura, leer.

¿Cuál fue el principal mensaje de su discurso de ingreso como académico en la Real Academia de Extremadura de las Artes y las Ciencias titulado “Literatura para vivir, el profesor y el poeta cuerpo a cuerpo?

Mi ingreso en la academia es un honor que me llena de satisfacción, un peldaño más en una carrera muy larga que como profesor universitario me ha permitido estar en contacto con la sociedad.  Lo lógico hubiera sido centrar mi discurso sobre un tema filológico de investigación, pero no quise pronunciar un discurso académico, quise hablar desde las entrañas y el corazón para explicar mi relación con la literatura, de lo que significa para mí, y que se expresa en esa lucha o debate entre el profesor y el poeta. Es un discurso poco al uso, donde hablo del valor y función de la literatura para mí. Y para expresar este sentimiento, hice uso de las palabras que pudieran conectar con el público, ya que asistieron personas del mundo académico, pero también de la sociedad civil. La literatura y las palabras son patrimonio de todos, y más en una época en la que las palabras están siendo maltratadas cuando no olvidadas. La literatura es un refugio privilegiado para las palabras. Su defensa es un deber y contar mi experiencia con la literatura y cómo mi tarea de profesor e investigador ha ido un regalo que me ha dado la vida, es la mejor manera de expresar mi relación con la literatura y las palabras.

¿Cómo es esta relación del profesor y el poeta cuerpo a cuerpo?

El poeta le ha tenido que quitar tiempo al profesor y al mismo tiempo se ha alimentado de él. El profesor, por su parte, le pone trabas al poeta. La poesía requiere silencio y tiempo, y como profesor universitario esto no lo he tenido siempre. Todo ello se resume en una conclusión inapelable de que sin la literatura yo no entendería la vida, no me la explicaría, no encontraría sentido a lo que hago. Tengo la suerte de que, en mi caso, el trabajo es ocio y el ocio es un trabajo, es un privilegio.

La literatura forma parte de su vida, pero si miramos al exterior, en su opinión, ¿la gente joven lee poesía? ¿Cómo divulgar y promover el gusto por la poesía?

Soy profesor de literatura y estoy en contacto con esa realidad, si bien nuestros alumnos de la facultad estudian aquí porque quieren leer. La lectura en nuestra sociedad se está perdiendo mucho. Hay personas que solo leen un libro al año, el famoso libro de las vacaciones, o muchos textos que me temo no se pueden considerar buena literatura. Además, si añadimos que la poesía es un poco la cenicienta de la literatura, puede parecer que el balance es desastroso. Pero esto es engañoso, aunque la gente lea poca poesía, debido a un problema latente de lenguaje o comprensión, y si no lo entiendes, te aburres y lo dejas, la poesía tiene un prestigio desde la antigüedad que no ha perdido. Esta veneración hacia el lenguaje poético en cierto modo salva a la poesía, todavía leemos poetas de hace siglos que nos conmueven. En cuanto a los jóvenes, no estamos peor que antes, lo que está cambiando es el paradigma y también las formas (redes sociales, nuevos canales diferentes). La gente se interesa por un lenguaje poético transformado, pero que sigue siendo poesía, y hay que estar preparados para esos cambios.

Ante el desánimo de no entender la poesía, ¿qué se puede hacer?

La receta está inventada pero no la ponemos en práctica. Hay que leer y perder miedo a leer. Los niños tienen que leer desde el principio. Hay que despojar a la poesía de esa barrera protectora, y leerla sin miedo. Aunque parezca que no se ha entendido nada, si el lector reflexiona, seguro que algo ha interpretado o al menos sentido, y eso ya es valioso. Cuando la gente pierda ese miedo y con mucha lectura, sumada a una mínima educación, se puede llegar muy lejos.

Su campo de investigación se centra sobre todo en poetas de la Generación del 27 como Gerardo Diego, ¿qué destaca de este movimiento y de su contribución a la literatura española?

La literatura de esta generación está definida con un rótulo que lo esclarece todo, la Edad de Plata (ya hubo un siglo de oro). Fue un momento mágico, increíble, que va más allá de los autores del 27, abarca la literatura que se fragua hasta la guerra civil, que supuso un revés considerable pero tras la que no se perdió todo. Coincidieron autores, artistas e intelectuales de una talla que no se ha vuelto a dar en la literatura española. Y con la paradoja de que se produce en un momento en el que la sociedad española no estaba preparada. La incultura, las penurias económicas, el hambre en esa época eran terribles y, sin embargo, fue un periodo de absoluta brillantez con un rasgo muy llamativo, estos intelectuales fueron capaces de conciliar y hacer dialogar la tradición y la vanguardia.  Gracias a esta fusión, que solo se ha encontrado en el Siglo de Oro, los autores del 27 fueron capaces de aprovechar lo bueno de la tradición, que es mucho, y ser valientes enfrentándose a la vanguardia y avanzar.

Estos poetas son actuales porque son clásicos ya. En función de la sensibilidad de cada uno de nosotros, abierta al amor, a las dificultades del hombre solo, unos autores llegarán más hondo que otros. El reto ahora es descubrir a otros nombres que no están en el canon de esos famosos 10 poetas del 27.

¿Cómo es la mente de un poeta? ¿con qué obra se siente más identificado?

Es la mente de un hombre normal y corriente. Cervantes hablaba de “la gracia que no quiso darme el cielo”, y Lorca lo resumió muy bien en la frase “si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios, o del Demonio, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo”. Los poetas tienen una sensibilidad especial, una capacidad de mirar que luego la desarrollan con el trabajo y lectura del día a día. De nada te sirve haber nacido poeta, tener un don, o como lo quieras llamar, si no creces. Rubén Darío llamaba a los poetas “torres de Dios” como si fueran pararrayos que perciben lo que no alcanzan los demás, esa capacidad de mirar que también está en el músico y en el pintor, en el artista en general.

En cuanto a la obra con la que más me identifico, dicen que uno se siente más cerca de lo último que ha escrito. En este sentido, mi última obra “Tratado de ignorancia” es la que más refleja mi sensibilidad de ahora, en ella proyecto esas distintas maneras de ver el mundo y explicarme la vida.

 

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