Es la afirmación que sostiene Elena Felipe Castaño, coordinadora del Grupo de Investigación en Psicología Educativa, Social y de la Personalidad
El acoso escolar o bullying es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. En la actualidad 1 de cada 4 niños sufre algún tipo de violencia en las aulas. La organización británica contra el acoso juvenil Beat Bullying alerta de que en la Unión Europea, el acoso y maltrato por bullying lo sufren alrededor de 24 millones de niños y jóvenes al año.
En este contexto, la familia puede ser clave como factor de protección o de riesgo en la aparición de situaciones de violencia escolar. Así, lo pone de manifiesto un estudio llevado a cabo por el Grupo de Investigación en Psicología Educativa, Social y de la Personalidad de la Universidad de Extremadura. El grupo ha analizado el fenómeno bullying a través de las relaciones paterno-filiales y como éstas pueden llegar a influir en los diferentes perfiles de victimización y agresión implicados en esta dinámica.
Tal y como explica Elena Felipe Castaño, coordinadora del grupo de investigación “tomamos una muestra aleatoria formada por 700 estudiantes de la ESO de colegios e institutos de la Comunidad Autónoma de Extremadura, de los que 43% mujeres y 57% varones, les entrevistamos y les pasamos un cuestionario de convivencia escolar”. Los datos resultantes, indican que hay diferencias en los estilos afectivos y comunicativos que perciben en su familia entre los niños víctimas de acoso escolar y los niños agresores. En este sentido los niños que se identificaban como agresores percibían, más frecuentemente, rechazo, aversión y crítica, especialmente del padre, además de una falta de afecto y comunicación de sus madres.
Este análisis llevó a determinar la existencia de estilos educativos diferentes en los chicos/as víctimas de acoso escolar, y en los chicos/as que ejercen esa violencia sobre sus compañeros. Pero para la profesora de la UEx, “esta conclusión no quiere decir que el estilo educativo provoque una situación de acoso escolar, sino que encontramos una relación entre la manera de educar, según es percibida por el chico o chica, y el perfil de víctima o agresor.”
Perfiles de agresores
El estudio también revela que el perfil del agresor es diferente entre chicos y chicas. Así, los chicos suelen ejercer una mayor violencia física, mientras que las chicas utilizan más frecuentemente otro tipo de conductas de agresión hacia sus compañeros, como hablar mal de ellos o acusarlas. Los niveles en los que hay mayor frecuencia de aparición de acoso escolar son 6º de primaria, 1º y 2º de la ESO. Además para los investigadores no existe una diferencia clara en cuanto a la frecuencia de aparición entre los casos de acoso escolar en Extremadura y el resto de España.
Para Elena Felipe Castaño, la intervención es clave en estas situaciones, y ello pasa por la coordinación entre todos los sistemas: el sistema social, el educativo y el familiar. Es importante, añade la investigadora, “que la sociedad deseche la idea de que el acoso escolar es cosas de niños". La profesora también explica “que tampoco hay que dramatizar desde un primer momento, sino que hay prestar atención y ver que está ocurriendo, ser sensible a ello. Y esa sensibilidad tiene que venir por parte del colegio, pero también de los padres, taparse los ojos no conduce a nada, solo a que haya niños o niñas que están sufriendo”