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Publicado el libro sobre los tapices flamencos de la Catedral de Badajoz

Presentación del libroTapices flamencos en Badajoz. Humanismo, naturaleza y simbología, es un extenso trabajo de investigación en torno a uno de los conjuntos patrimoniales más interesantes de Extremadura. Editada y financiada por la Fundación Ortega Muñoz en colaboración con el Museo de la Catedral de Badajoz, esta publicación indaga y profundiza en los poco conocidos tapices de la Catedral de Badajoz 

El libro, que fue presentado el día 3 de diciembre en el MEIAC de Badajoz, ha sido coordinado por Ignacio López Guillamón, personal del Servicio de Biblioteca, Archivos y Documentación de la UEx, con la participación de los biólogos Francisco María Vázquez Pardo, investigador de CICYTEX y de Alfonso Marzal Reynolds, profesor titular de la UEx.  El estudio también ha contado con la colaboración del restaurador Ricardo A. Pereira Kantowitz, y del diseñador y fotógrafo Isidro Álvarez Sánchez, autor de las imágenes.  

La Fundación Ortega Muñoz ha producido una pequeña muestra sobre los contenidos de la publicación, que permanecerá abierta al público en las salas del MEIAC hasta el 25 de enero. La adaptación museográfica concebida permitirá introducir a los visitantes en los distintos apartados del estudio de los tapices catedralicios alojados en la página web de la Fundación desde sus dispositivos móviles a través del empleo de códigos QR.

La colección de tapices catedralicios está formada por un total de ocho ejemplares datados en el siglo XVI y procedentes de talleres tapiceros de Flandes, con una evidente unidad cromática entre ellos (de habituales tonos amarillos y verdes de los tapices flamencos de características similares) e incuestionable unidad estilística. Siete de los tapices forman un conjunto narrativo coherente, la serie denominada La Fidelidad de Penélope, y un octavo, de cronología algo posterior, representa una escena cinegética, La caza de castores. 

Trabajo de investigación

cubiertaDe acuerdo con los resultados de la investigación ahora publicada, los tapices de La Fidelidad de Penélope fueron tejidos en el taller de Philippe van der Cammen, de Enghien, entre 1560 y 1570. Los expertos estiman que el cartonista fue Joris Hoefnagel, pintor e iluminista flamenco, conocedor de la obra de los diseños arquitectónicos de Hans Vredeman de Vries y coetáneo al responsable del taller en el que se tejieron estos tapices. El tapiz Caza de castores es una obra con la marca del taller de Maarten Reymbouts II, que recrea en un tema cinegético los valores humanistas por la Naturaleza y constata una época de paz y de dinamismo social. 

Los enmarques de estos tapices fueron estudiados en un primer momento por el catedrático de Historia del Arte en la UEx, Francisco Javier Pizarro Gómez en 1990, y en el año 2013, publicó un trabajo junto con Ignacio López sobre el estado del conocimiento de los tapices. 

“Esta investigación ha sido posible en gran parte gracias a la digitalización y a la ciencia abierta; el acceso a tesis, estudios y a todos los bancos de imágenes de museos y galerías con una excelente resolución”, ha subrayado Ignacio López. Esta circunstancia ha permitido una exhaustiva consulta bibliográfica, cuyo análisis habría sido imposible de no estar digitalizada y en acceso libre. 

El estudio también ha arrojado otras conclusiones interesantes. Los expertos han determinado la secuencia que deben tener los tapices, es decir, el orden lógico para que tenga sentido. Han determinado el origen iconográfico de los emblemas, bestiarios medievales, en algún caso. Asimismo, han dado nombres a todas las figuras primarias, secundarias y terciarias que figuran en los tapices. 

Según Ignacio López, estos tapices son ricos por su significación y simbolismo. Constituyen una alegoría de la mujer de la Casa de Habsburgo que gobierna en los Países Bajos. Los tapices de La Fidelidad de Penélope presentan un contenido iconográfico complejo, ya que mezclan imágenes mitológicas, de teología (las virtudes), los emblemas y el lenguaje de Historia Natural. “Se pretende trasladar el prototipo de mujer que encarna Penélope, una mujer fiel que se queda sola porque su marido fallece o está en la guerra y preserva los derechos de un estado en la línea sucesoria. Estos tapices estaban orientados a la educación de la familia”, ha destacado López.

Tapices ricos en animales y plantas

Los tapices contienen plantas y animales perfectamente diseñados y dibujados como si fueran grabados de libros de Historia Natural. Destaca la presencia de plantas y animales procedentes del centro de Europa y sobre todo de América. 

En cuanto a la flora, los dibujos son de una gran fidelidad y trasladan una información religiosa y moral, de acuerdo con Francisco Vázquez. “El 80% de los tapices presentan fresas, frutas y flores. Es claramente simbólico, un paralelismo que nos recuerda a las gotas de Cristo crucificado caídas al suelo.  Además, los dibujos proporcionan información actualizada de la flora, tanto ornamental como relacionada con la alimentación, que existía en ese momento. Y muy importante, son plantas (berenjenas, calabacines, judías, etc.) que se están cultivando en Europa tan solo 80 o 90 años después del descubrimiento de América”, ha destacado Vázquez. Por lo tanto, los tapices dejan constancia, antes que muchos libros científicos de la época, del uso de estas plantas, y revelan cómo fluía el conocimiento y los avances en ese siglo.  

Los tapices son también ricos en animales. Guepardo de Indias, Guacamayo, Cormorán o el pavo común, son algunos ejemplares de América. Los animales aparecen por pares, únicamente la tortuga aparece sola, es la excusa del creador para poner sus siglas en el caparazón. El estudio de la fauna de los tapices ha conducido a investigaciones interesantes y curiosas. Así, se consideraba que el tapiz La caza de los castores representaba a jinetas porque aparecen con el pelo moteado. Sin embargo, el análisis que ha llevado a cabo Alfonso Marzal ha identificado a los animales como castores. La observación de las características morfológicas externas (las patas y la cola aplanada) y un comportamiento místico en la escena, han permitido al biólogo de la UEx reconocer a los castores. Los bestiarios medievales representaban la caza del castor cuyos testículos tenían atribuidos poderes curativos. Según la leyenda, el castor se arrancaba los testículos y los entregaba al cazador para salvar la vida. Esta posición del castor en el tapiz que se gira parece reproducir esta leyenda. Por otra parte, Marzal ha podido comprobar en otros tapices de Joris Hoefnagel que este autor representaba a los castores con pelo moteado. 

 

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