José Ramón Vallejo, profesor e investigador de Historia de la Ciencia en la Universidad de Extremadura, ha colaborado en el primer inventario español de los conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad
El uso medicinal de plantas y animales forma parte de nuestro patrimonio cultural. Para conservar y difundir estos conocimientos tradicionales, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha publicado en el mes de marzo el Inventario español de los conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad.
Esta publicación, pionera en España y Europa, nace para preservar y fomentar los conocimientos tradicionales de interés transmitidos oralmente a través del tiempo en el mundo rural, en cumplimiento de la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad para el desarrollo del Inventario Español del Patrimonio Natural y la Biodiversidad.
Con esta obra concluye la primera fase que incorpora las fichas correspondientes a los conocimientos asociados, principalmente, a unas 60 especies de flora silvestre representando una información muy valiosa para el colectivo conservacionista, biosanitario, documentalista, y el público en general.
En este proyecto participa un equipo nacional de investigadores que incluye botánicos, zoólogos, antropólogos, lingüistas, ecólogos y geólogos, coordinados por Manuel Pardo de Santayana, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. En Extremadura participan el investigador del CICYTEX, José Blanco Salas, que ha elaborado la ficha sobre el uso del tomillo y José Ramón Vallejo, investigador en la UEx y autor de las fichas sobre el espino blanco, cebolla albarrana o ceborrancha, escorpión y lagarto.
¿Por qué el Inventario español de conocimientos tradicionales relativos a la biodiversidad es tan valioso? ¿A quién va dirigido?
El inventario recoge, entre otros conocimientos, el uso medicinal de plantas que actualmente se recolectan en el campo, representando una información muy valiosa para el colectivo conservacionista, biosanitario, documentalista, investigadores y el público en general. Es importante señalar que el libro en la primera fase de este inventario se encuentra disponible on-line en acceso abierto. En esta monografía se recogen fichas procedentes de una importante base de datos sobre conocimientos recopilados mediante métodos etnográficos. Como ha subrayado Federico Ramos, secretario de Estado de Medio Ambiente, existe un paralelismo entre la pérdida de los saberes tradicionales y la pérdida del patrimonio lingüístico y cultural. La cuestión es clara, la ley tiene como finalidad mantener, preservar y promover el uso sostenible de la biodiversidad.
Su contribución a este inventario parte de su extenso trabajo de investigación sobre los remedios populares para prevenir o remediar dolencias basados en los recursos naturales en Extremadura. ¿Cuáles han sido los animales o plantes elegidos para las fichas de este inventario y por qué?
En la primera fase se han seleccionado 46 plantas, dos hongos, dos animales, dos minerales, un liquen y dos ecosistemas. La selección se ha llevado a cabo en función de la importancia cultural y de su interés para la conservación y el desarrollo sostenible. En las fichas se recogen nombres locales, descripciones biológicas, datos sobre hábitat, distribución, categorías de uso en relación a la medicina, la alimentación humana, animal, la artesanía, usos sociales, simbólicos, nombres populares; también se aportan referencias históricas y se realiza una valoración. En mi caso, he desarrollado las fichas sobre el espino blanco, la cebolla albarrana o ceborrancha, el escorpión y el lagarto, y colaborado junto con el resto del equipo en los capítulos introductorios y metodológicos. Otro extremeño, José Blanco, ha realizado una interesante ficha sobre los tomillos.
Los remedios animales han sido poco estudiados y casi todos relegados al mundo de las curiosidades. Sin embargo, muchos de estos remedios que pueden parecer insólitos en nuestro contexto europeo, como el “aceite de escorpión”, han pervivido a lo largo del tiempo y pueden inspirar trabajos de corte etnofarmacológico. Un ejemplo de ello, lo tenemos en los estudios de validación científica del veneno de escorpión Rhopalurus junceus para el tratamiento del cáncer, que se pueden consultar en PubMed y que ha dado lugar a medicamentos como el Vidatox o el Escozul. Se trata de una especie endémica de Cuba, pero si nos centramos en la fauna ibérica y más concretamente en experiencias extremeñas, nos podemos encontrar sorpresas con animales como el lagarto ocelado, Timon lepidus. Así, es muy interesante un trabajo de investigadores extremeños, donde se aislaron sustancias antimicrobianas producidas por la microflora cutánea de T. lepidus, que fue galardonado en 2008 por la Dirección General de Universidades, en el XXI Certamen Jóvenes Investigadores. Por otra parte, además de estas perspectivas sobre el uso terapéutico de esta especie, experiencias de su cría en cautividad en Extremadura apuntan a posibilidades de aprovechamientos tradicionales como el gastronómico.
De entre todos estos recursos, ¿cuál le ha resultado el más curioso o llamativo?
Recursos curiosos hay muchos y especialmente en el campo de la etnozoología, poco tratados en esta primera fase del inventario. De forma paralela, independiente y anterior a este proyecto, comencé a catalogar y analizar los recursos animales españoles con José Antonio González de la Universidad de Salamanca. Así por ejemplo, me resultan llamativos los remedios basados en las sanguijuelas, porque han formado parte del arsenal terapéutico de medicinas pre-científicas, primitivas y populares.
También destacaría el uso tradicional de la leche de burra, generalizado en nuestro país hasta los años setenta del siglo pasado y la propuesta científica actual como alimento alternativo en casos de alergia. No obstante, siempre me fascinó el uso extremeño del llamado aceite de árnica y que no elaboramos con Arnica montana, sino con Hypericum perforatum y en algunas comunidades con Senecio jacobaea. Es una auténtica joya, especialmente para tratar golpes, hematomas, heridas, ulceraciones, dolores musculares, esguinces y torceduras o en casos de dermatitis del pañal. Además, como corredor de fondo, por experiencia propia cuando me he lesionado, he podido constatar las bondades de esta planta, que los extremeños maceramos durante la mágica noche de San Juan.
¿Estos conocimientos populares se están perdiendo? ¿Por qué es importante preservarlos y difundirlos?
Existen muchas razones para preservar estos conocimientos tradicionales, ya que puede ser muy útiles como base para la obtención y validación de nuevos medicamentos, por razones de tipo de antropológico, educativas, por su contribución al desarrollo sostenible, e incluso para aumentar la empleabilidad mediante la creación de proyectos empresariales en torno a estos saberes.
Como profesor de la Facultad de Medicina me interesa mucho que se difundan estos conocimientos entre el personal médico y de enfermería, para contribuir en la planificación sanitaria. Es fundamental realizar campañas de Educación para la Salud, respetando siempre las creencias e idiosincrasia del usuario desde una perspectiva bioética. Sin duda, existen riesgos por automedicación e interacciones, que pueden derivarse de dos factores: el auge de las terapias alternativas y complementarias, con la creencia errónea de asociar lo natural a lo inocuo, y el consumo tradicional de plantas que todavía se recolectan en nuestros campos.
En este sentido, el miércoles 18 de marzo en las III Jornadas de Enfermería I+D+i que se han celebrado en Sevilla, un grupo de investigadores, entre los que se encuentran los doctores Salvador Postigo, Macarena Cáceres y Laura Muñoz de la UEx, la enfermera Ana Cano y José Antonio González de la USAL, hemos presentado una comunicación sobre el uso de la planta medicinal Crataegus monogyna, conocida en Extremadura y Andalucía como tila, que es recogida en el campo y usada como tranquilizante. El conocimiento de su uso tradicional es muy importante, ya que el profesional sanitario puede confundir este producto con la tila comercial (Tilia sp.), no tener en cuenta su acción sobre el corazón, y no considerar la posibilidad de interacción en pacientes consumidores de esta planta y que estén tratados con cardiotónicos antracénicos.
Ahora se ha publicado la primera fase de este inventario. ¿Cuál va a ser el objetivo de la segunda fase y cuándo está previsto que se publique?
La segunda fase se inició en octubre de 2014 y el objetivo es realizar 200 fichas hasta enero de 2016. Para ello se ha realizado un reparto de tareas y se han distribuido las especies atendiendo a diversos criterios técnicos. En mi caso, estoy trabajando con los investigadores de la USAL José Antonio González y Francisco Amich. Ya hemos elaborado la ficha de las peonías (Paeonia broteri , P. officinalis y P. cambessedessi), y actualmente estamos con las digitales (Digitalis purpurea , D. thapsi , D. lutea, D. mariana, D. minor, y D. parviflora). Una vez elaboradas las fichas, se realizarán una serie de revisiones muy exhaustivas, y posteriormente se llevará a cabo un laborioso proceso de edición.