Este desconocimiento es aún mayor en la población de riesgo más vulnerable. El reconocimiento de los síntomas del ictus por parte del paciente permite actuar de forma temprana, más rápida y atenuar, así, mediante tratamientos adecuados los efectos negativos del infarto cerebral
José María Ramírez Moreno es neurólogo en el Hospital Universitario Infanta Cristina de Badajoz y experto en enfermedades cerebrovasculares. Para este profesional, cada ictus es distinto, no solo porque los síntomas pueden ser muy diferentes, sino porque las personas que lo sufren también son distintas. “El paciente con ictus pierde la salud y puede perder con ello, la posibilidad de vivir sus sueños o la capacidad de hacer o convertirse en lo que quería ser”, declara este médico. Es por ello, que este profesor de la Facultad de Medicina de la UEx ha llevado a cabo su tesis doctoral, precisamente, sobre los factores pronósticos asociados al conocimiento y percepción de la enfermedad cerebrovascular en Extremadura.
Y es que de acuerdo con las principales conclusiones del estudio, el conocimiento básico del ictus es insuficiente entre los extremeños, existiendo una discrepancia entre el conocimiento teórico y la percepción de gravedad de la enfermedad. Además, “la población que tiene un mayor riesgo de sufrir un infarto cerebral es también aquella que peor conocimiento básico de la enfermedad dispone”, afirma Ramírez. Las personas más vulnerables son los mayores de 65 años con menos recursos económicos. Estos pacientes sufren más factores de riesgo- hipertensión, diabetes, obesidad o hipercolesterolemia – y tienen la desventaja de que desconocen la enfermedad y, lo que es muy importante, no reconocen los síntomas.
El reconocimiento de los síntomas y su asociación con el ictus es fundamental porque permite actuar de forma temprana, más rápida y atenuar, así, mediante tratamientos adecuados los efectos negativos del infarto cerebral. Esta investigación también concluye que “en otros países europeos existe un mayor grado de educación y sensibilización dirigido a conocer los síntomas de alarma de la enfermedad y, sobre todo, a educar la actitud del individuo en caso de padecer los síntomas”, explica José María Ramírez.
Síntomas de alarma
Y cuáles son esos síntomas de alarma que la comunidad científica nos recomienda conocer. “Son cinco síntomas que ante su manifestación de manera individual o grupada, dependiendo del área del cerebro afectada, deben alertarnos para llamar a emergencias o acudir inmediatamente al hospital: pérdida de fuerza en un brazo o en una pierna, sensación de desequilibrio (no poder mantenerse en pie), cefaleas intensas muy graves acompañadas de síntomas vegetativos que el paciente no reconoce como una cefalea habitual, trastorno brusco del lenguaje o capacidad de entender, y por último, trastorno visual complejo (pérdida de campo visual), que también puede venir acompañado de otro síntoma neurológico como entumecimiento de brazos, piernas o mareos.
La enfermedad cerebrovascular es la primera causa de muerte en la mujer
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 5 millones de personas fallecen en el mundo cada año por un ictus, siendo la segunda causa de muerte en los países de renta alta. Asimismo, y como subraya el autor de la tesis, el ictus es la primera causa de discapacidad en el adulto y una de las enfermedades que mayor gasto sanitario conlleva.
En el caso de la mujer, las cifras dan cuenta de la gravedad de la situación sanitaria. En nuestro país y también en Extremadura, la enfermedad cerebrovascular es la primera causa de muerte en la mujer. Pero el estudio llevado a cabo por José María Ramírez arroja también una conclusión a tener en cuenta en las campañas de sensibilización, y es que la mujer, a diferencia del hombre, tiene otra respuesta ante los síntomas que retrasa la asistencia médica. Las mujeres tienden menos de forma significativa a acudir inmediatamente al hospital o llamar al 112. “Dicho de otro modo, los hombres tendrían mayor grado de alerta frente a estas variables, estarían más predispuestos a requerir atención más rápida. La mujer conocer la enfermedad pero su respuesta tardía influye en que no reciba atención médica tan rápida como el hombre y pierde, de este modo, la oportunidad de beneficiarse de tratamientos terapéuticos que, administrados a tiempo, pueden limitar los daños del infarto cerebral”, concluye Ramírez.
Mayor prevalencia del ictus en Extremadura
En Extremadura, y según datos oficiales, la tasa de altas de hospitalización por ictus fue de 2.28 casos por 1.000 habitantes en el año 2009, muy por encima de la media nacional situada en el 1.8. Y la tasa estandarizada de mortalidad general por ictus también está seis puntos por encima de la media nacional, 42.2 casos por 100.000 habitantes. Esta mayor prevalencia de la enfermedad en la región es debida, como apunta el investigador, al envejecimiento de la población extremeña.
Es fundamental, por tanto, diseñar campañas educativas institucionales dirigidas a la población más vulnerable ante la enfermedad. El impacto favorable es evidente desde el punto de vista sanitario, no solo en términos de coste sino también de salud, teniendo en cuenta la alta incidencia del ictus.
Para llevar a cabo este trabajo se realizó un estudio observacional con metodología de encuestas puerta a puerta. En la selección de muestras se utilizaron las secciones censales de Extremadura y se realizó un muestreo aleatorio por bloques. Para recoger la información se elaboró un cuestionario que diseñado atendiendo a criterios científicos formales. En total han participado más de 2500 sujetos de 42 municipios de Extremadura.
La tesis de José María Ramírez Moreno se titula “Factores pronósticos asociados al conocimiento y percepción de gravedad de la enfermedad cerebrovascular en la población general de Extremadura”, y ha sido dirigida por Diego Peral Pacheco y José Javier Aguirre Sánchez, en el Departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Extremadura.