Los fenómenos atmosféricos extremos e inhabituales, como las olas de frio en primavera, no afectan a la supervivencia y reproducción de la Aguja Colinegra gracias a su plasticidad de comportamiento. Ahora en invierno, Extremadura es refugio de miles de Agujas Colinegras
La Aguja Colinegra (Limosa limosa) es un ave acuática de considerable tamaño (40-44 cm) y largo pico. Es un ave migratoria de largas distancias que los arrozales de Extremadura acogen dos veces al año en su viaje de ida y vuelta desde el norte de Europa hasta la costa africana occidental. Ahora, gracias a un equipo internacional de biólogos, también sabemos que es un ave altamente flexible, con una gran plasticidad en su comportamiento, según la investigación publicada en la revista Journal of Animal Ecology. Esta característica hace a la Aguja Colinegra menos vulnerable ante fenómenos atmosféricos inusuales y extremos porque adapta sus estrategias migratorias.
En 2013, investigadores del Grupo de Biología de la Conservación de la UEx iniciaron una colaboración con científicos de la Universidad de Groningen en Holanda y de la Universidad de Montana en Estados Unidos, con el propósito de analizar y comprender los mecanismos subyacentes a las estrategias migratorias en especies que migran largas distancias, en un contexto de cambio global, particularmente el cambio climático. Así, han marcado varios cientos de individuos de Aguja Colinegra durante su escala en los arrozales de Extremadura, en concreto en Hernán Cortes y en Santa Amalia. Además de este marcaje individual con anillas de colores, los investigadores marcaron hasta 45 aves con transmisores vía satélite para llevar a cabo su seguimiento.
“En el marco de esta investigación, decidimos estudiar los efectos a corto y largo plazo de una ola de frio extremo en la supervivencia y reproducción de la Aguja Colinegra. Este fenómeno atmosférico, inusual pero cada vez más frecuente debido al cambio climático, tuvo lugar durante tres semanas en el oeste de Europa, precisamente en el periodo de reproducción de la aguja en Holanda”, explica José Antonio Masero, investigador del grupo Biología de la Conservación de la UEx. La Aguja Colinegra se reproduce desde finales del mes de marzo hasta junio, coincidiendo con la primavera, cuando las temperaturas son suaves y hay abundante alimentación. Sin embargo, durante 21 días en la primavera de 2013, las temperaturas en Holanda descendieron de manera muy inusual por debajo de cero grados con el riesgo de congelación del suelo y alimentos.
Los investigadores decidieron aprovechar este suceso meteorológico extremo para estudiar la respuesta de una especie migratoria a la bajada de las temperaturas en primavera y comprobar sus efectos en la reproducción a corto y largo plazo. “Los resultados han mostrado que la Aguja Colinegra es un ave altamente flexible, con una respuesta de comportamiento muy plástica”, confirma Masero.
“Pudimos comprobar cómo muchos individuos, ante estas heladas, decidieron desplazarse hacia latitudes más al sur, mientras que otros permanecieron en sus zonas habituales aunque más tiempo”, añade el investigador extremeño. Aquellas que fueron fieles a sus zonas de reproducción en Holanda, invirtieron más tiempo – tanto de noche como de día - en la ingesta de alimentos con el consiguiente aumento de gasto energético. Finalmente, este cambio de estrategia fue un éxito, ya que el tiempo meteorológico extremo no afectó a la supervivencia de la especie ni tampoco a su reproducción. La plasticidad comportamental de la Aguja Colinegra amortiguó las condiciones de estrés ambiental.
La importancia de Extremadura para la Aguja Colinegra
“La escala en Extremadura es fundamental en el viaje migratorio de la Aguja Colinegra”, afirma José Antonio Masero. Su reproducción tiene lugar fundamentalmente en Holanda. A continuación, las aves inician en verano-otoño su viaje migratorio hasta las zonas costeras de África – Senegal y Guinea Bissau – y, en su regreso a Europa, realizan su escala en Extremadura. Esta parada tiene lugar precisamente ahora, en invierno, a partir de la segunda quincena de enero y durante todo el mes de febrero.
Esta escala es de gran importancia. Aquí en Extremadura, esta especie ha encontrado un excelente refugio en los arrozales de las Vegas Altas del Guadiana, sobre todo en Hernán Cortes y Santa Amalia. En primavera la dieta de la Aguja incluye invertebrados, pero en invierno, cuando las tablas de arroz están fangueadas, hay disponibles semillas de arroz que son aprovechadas por la Aguja Colinegra y otras aves acuáticas. Así, es posible observar hasta 30.000 ejemplares en la estancia prenupcial en las Vegas del Guadiana, convirtiéndose en un verdadero espectáculo de avistamiento.
Según indica José Antonio Masero, Extremadura recibe al menos el 16% de la población biogeográfica de Aguja Colinegra, declarada recientemente ave nacional en Holanda. Se estima que, en la actualidad, la población ha pasado de 120.000 parejas en los años sesenta del pasado siglo hasta unas 46.000-62.000. “Lo que es muy poco. Por ello, esta especie se ha incluido recientemente en la Lista Roja de la UICN con la categoría “Casi amenazada“, matiza Masero.
El objetivo de estos investigadores es continuar los estudios sobre los mecanismos fisiológicos que subyacen tras las estrategias migratorias. Pretenden recoger datos relativos a la condición corporal, altura de vuelo, niveles de hormonas y la tasa metabólica basal, entre otros parámetros, que ayuden a medir y predecir tales estrategias migratorias. El interés es evidente. Los científicos observan que el centro de gravedad en las especies migratorias de larga distancia se está desplazando cada vez más hacia el norte y que las aves están explorando nuevos hábitats. Sin duda, el calentamiento global tiene mucho que ver con estos cambios migratorios. Mientras tanto, la Aguja Colinegra, ave de humedales, sigue prefiriendo los campos de arroz inundados de Extremadura.