El estudio llevado a cabo en la UEx, reveló que el 83% de los pacientes estaban usando un calzado inadecuado, lo que conlleva problemas físicos
Los cambios que afectan a la capacidad de caminar tienen profundas consecuencias para las personas de más edad, ya que merman la movilidad del individuo y disminuyen su independencia. Mantener la función del pie, mejorar la adaptación del calzado y proteger a los mayores de posibles accidentes constituyen objetivos cuya consecución puede resultar determinante para la mejora de su autonomía personal. La elección de calzado juega un papel fundamental en este sentido, por ello el Equipo de Investigación Multidisplinar del Pie: Biomecánica, Patología, Ortopedia y Cirugía de la UEx, ha estudiado el tipo de zapato que usan personas mayores, con el objetivo de comprobar si los cambios en la forma del pie y la tolerancia al dolor de cada paciente es consecuencia del uso de un calzado inadecuado en la vejez.
Para la doctora Patricia Palomo autora de la investigación, “gracias al estudio se ha podido comprobar que la mayoría de los pacientes no usaban un zapato adecuado, pues a la hora de elegir calzado este no coincide con las dimensiones reales y verdaderas de cada pie, con lo cual puede dar lugar a la aparición de diversas patologías y deformidades”. Tal y como indica la investigadora, es un hecho que a medida que van pasando los años se van deformando los pies, además, las personas mayores en muchos casos no se vigilan los pies con la frecuencia que deberían, muchos de ellos tampoco saben muy bien cómo medirse el número de zapato de tal forma, que siguen usando el mismo durante largo tiempo sin tener en cuenta si realmente se les está quedando pequeño.
La investigación se hizo tomando como muestra 100 pacientes a partir de 64 años, a los cuales se les pregunto una serie de datos demográficos, como edad o sexo, así como cuestiones como la frecuencia con la que se miran los pies, o se comprueban el zapato, además también se comprobó su sensibilidad, y se midió la anchura y la longitud del pie, así como la anchura y la longitud del zapato mediante un Medidor Brannock. Los resultados revelaron que el 83% de los pacientes estaban usando un calzado inadecuado, y de estos el 73 % presentaba alguna neuropatía, y tan solo un 19% de la muestra comprobaban sus pies todos los días para ver si tenían alguna herida o alguna alteración como una úlcera. Además, añade la investigadora, “se pudo comprobar que la mayoría de la muestra estudiada, llevaba o bien un zapato más estrecho, o bien más pequeño de lo que necesitan, con lo que puede causar disfunciones en la marcha, o producir dedos en garra o en martillo, ya que al final el pie se adapta al zapato con lo que provoca ulceras y heridas”.
Lo que es una cuestión innegable, es que la sociedad no da la importancia que se merece a la salud podológica sin valorar, que si no hay una forma de caminar adecuada debido a agentes externos, comienzan a aparecer deformaciones en los pies y afecciones, como dolor en los tobillos, piernas, rodillas e incluso cadera y espalda, que nos impide realizar nuestra actividad diaria. A esto, hay que añadir que el uso de zapatos con una talla incorrecta favorece la aparición de esquilas e irritación de la piel, contribuyendo a una mayor probabilidad de aparición de heridas,
Para la podóloga la recomendación más clara es visitar al especialista al menos una vez al año, y con respecto al calzado, usar un número adecuado, y ajustable al pie, así como llevar zapatos que no estén muy viejos o desgastados. De la misma forma se pudo comprobar que en determinadas ocasiones, la utilización zapatos de diferente tamaño para cada pie, puede prevenir la aparición de deformidades, mejorando así la calidad de vida y la autonomía de las personas mayores.