Muchos son los datos, anécdotas y acontecimientos significativos recogidos en la tesis doctoral “La exhibición cinematográfica en Badajoz (1914-1929)”. Gracias a la infinidad de consultas realizadas tanto en los archivos de la ciudad como en las diferentes revistas cinematográficas y periódicos locales de la época, su autora Ana González Delgado, profesora del Departamento de Comunicación de la Universidad de Extremadura, ha podido corroborar en este trabajo cómo la llegada del cine a la ciudad transformó significativamente las opciones de ocio de los pacenses.
“Hasta los años 20 era habitual que los pacenses acudieran a disfrutar del teatro, la ópera o la zarzuela, pero este tipo de espectáculos estaban restringidos a las clases sociales altas y limitado para el resto. Con la llegada del cine, la desaparición de las barracas y la apertura del Salón Royalty, en la ciudad comienza a ofrecerse una nueva alternativa de ocio, donde no se hacía distinción por precios.
Esto despertó, sin duda, una gran afición entre los ciudadanos por el séptimo arte”, ha subrayado González quien ha resaltado el papel que, en este sentido, jugaron cines de verano como el del Paseo de San Francisco.
Para la profesora, el cine se convierte en una alternativa que los pacenses adoptan con mucha rapidez, como algo muy divertido, que convierte sus vidas en algo más entretenido, que es fácil de ver, no hace falta tener cultura y que se adapta a todos los estamentos sociales. Eso sí, resulta llamativo en el recorrido realizado a través de esta tesis doctoral cómo la implantación de este nuevo fenómeno cultural no estuvo exenta de ciertos altercados. Como comenta González, algunos de los más más importantes tuvieron lugar en espacios tan emblemáticos de la ciudad como el Teatro López de Ayala.
El decimonónico teatro, escenario de las primeras exhibiciones, marcó siempre, por la propia arquitectura de este coliseo, una separación entre el patio de butacas, habitualmente ocupado por las clases más favorecidas económicamente y el popular “gallinero”, donde los precios siempre eran más bajos. Sin embargo, en los primeros años de implantación del cine esto provocaba ciertos conflictos entre los diferentes estamentos sociales, aun cuando ya todos accedían a disfrutar del mismo tipo de espectáculo. “Había mucha gente que no había accedido nunca al teatro y ahora se vengaban de las clases altas escupiendo o tirando alimentos a los que ocupaban las sillas de los más pudientes”, ha relatado Ana González. “Además, el Teatro López de Ayala tenía mala climatización, era muy frío en invierno y caluroso en verano y cuentan que hubo, incluso, quien se llevaba braseros no sólo para calentarse sino para asar castañas y patatas”.
Es cierto que el espectáculo cinematográfico se implanta en Badajoz en un momento en el que la ciudad contaba con escasos recursos económicos. La dependencia de la actividad agrícola unida a un insignificante tejido industrial lastró la posibilidad de dinamización de la economía. Sin embargo, a pesar de todo, lo cierto es que esta alternativa a las varietés se termina convirtiendo en un nicho de mercado para algunos empresarios que, incluso, pusieron en marcha producciones locales que, posteriormente, se emitían para el gran público pacense. “Por ejemplo, la familia Garrorena produce algunas películas de tinte costumbrista o los gerentes del teatro comienzan a trabajar en un cine al servicio de la administración, reproduciendo ciertas actividades promovidas por el ayuntamiento, cubriendo reuniones, etc.”
El impulso definitivo a este negocio vendrá de la mano de una programación que dedica especial atención a una cantera de espectadores no explotada anteriormente como fueron los niños. Todo ello se hizo de la mano de una selección de películas de grandes estrellas del momento, como el cómico Charles Chaplin o el primer intérprete de los western americanos, Tom Mix y su caballo Malacara.
La tesis doctoral, que obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude, ha sido dirigida por Emilio Carlos García y Ana Castillo.