Comprar un equipo informático portátil no tiene porqué significar adquirir el último modelo presente en el mercado. Existe un porcentaje de la población dispuesto a comprar productos refabricados, es decir, con componentes de segundo uso, si con ello ahorran dinero, responden a sus necesidades de trabajo y contribuyen a la preservación del medio ambiente.
Esta es una de las principales conclusiones de la tesis doctoral realizada por Beatriz Jiménez, miembro del Grupo de Investigación Merk@do. En su trabajo de investigación, la autora ha podido detectar que existe un consumidor potencial susceptible de adquirir este tipo de productos, sobre todo motivado por el precio, la funcionalidad y las cuestiones medioambientales.
El objetivo de la tesis ha sido conocer el perfil del consumidor. Por eso, los datos obtenidos suponen una valiosa información no sólo para el sector de la refabricación, también para las empresas dedicadas a la producción de aparatos eléctricos y electrónicos. Como explica Jiménez “la normativa europea les obliga a reciclar los equipos una vez que el usuario no los necesita. De ahí que saber que existe este segmento de la población interesado es fundamental a la hora de plantear y reorientar las campañas de marketing”.
Se trata de la tortuga acuática autóctona de la Península Ibérica. Los resultados de esta investigación llevada a cabo por Alfonso Marzal, profesor de la Facultad de Ciencias de la UEx, en colaboración con el Museo Nacional de Ciencias Naturales, revelan que durante el embarazo, el rendimiento del aparato locomotor de las hembras de galápago leproso grávidas disminuye debido al peso adicional adquirido, por lo que aumenta el riesgo de depredación
La realidad del comportamiento humano se ve en numerosas ocasiones reflejada en el de los animales, por ello, a menudo los modelos animales permiten investigar problemas que son difíciles de estudiar directamente en personas. Los animales, ante diversas situaciones de riesgo como el ataque de un depredador, deben decidir qué comportamiento seguir, dependiendo de su condición física y su valor reproductivo residual.
Es el caso de un estudio llevado a cabo por la Universidad de Extremadura, en el que se ha analizado el comportamiento de hembras de galápagos adultas embarazadas de la especie Mauremys leprosa ante situaciones de riesgo.
El investigador Gabriel Martín Hernández, del grupo “Computación Hiperespectral” (HyperComp) de la Universidad de Extremadura, ha ganado el premio “Mejor Tesis de Doctorado Ibérico en Sistemas y Tecnologías de la Información”, otorgado por la Asociación Ibérica de Sistemas y Tecnologías de Información (AISTI), por el desarrollo de un método de compresión de imágenes hiperespectrales
Las imágenes hiperespectrales nos permiten ver lo que nuestro ojo humano no ve. Esta cualidad tan especial las convierte en una herramienta muy eficaz para estudiar el cambio climático, detectar agentes contaminantes en aguas, controlar incendios forestales o analizar yacimientos geológicos. “Las imágenes normales que podemos ver en la pantalla de nuestro ordenador a través de Google, por ejemplo, tienen tres longitudes de onda, rojo, verde y azul y a partir de estas tres bandas se forman todas las combinaciones de colores que percibe el ojo humano. Las imágenes hiperespectrales que se obtienen desde los satélites, por el contrario, en vez de tener tres longitudes de onda tienen cientos de bandas, con lo cual, captan información y datos imperceptibles al ojo humano”, explica Antonio Plaza Miguel, codirector de esta tesis junto con José Manuel Bioucas-Dias de la Universidad de Lisboa.
El clima es uno de los factores que más influyen en las producciones vitícolas. De hecho, las temperaturas repercuten de forma directa en la calidad de las cosechas. Bajo esta premisa, un equipo multidisciplinar de investigadores, expertos en las áreas de hortofruticultura, sistemas de información geográfica y geoestadística, han estudiado la variabilidad climática de la región. Lo han hecho desde el punto de vista del cultivo de la vid.
Como resultado, este equipo de investigadores, de las Escuelas de Ingenierías Agrarias e Industriales de la Universidad de Extremadura, ha clasificado la comunidad autónoma en hasta siete zonas de cultivo diferente. “No todo el clima de Extremadura es igual. Aunque en general la región tiene unas temperaturas muy cálidas, existen zonas más frías. Saber esto es importante porque puede ser el principal motivo por el cual dos producciones, procedentes de climas diferentes, aplicándoles las mismas tecnologías pueden ser muy dispares”.
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